Esta era digital, caracterizada por la presencia de ordenadores en todos los ámbitos de la sociedad, ha propiciado la aparición de una nueva patología:

El
síndrome de la pantalla de visualización.
¿Cuáles
son las causas?

Esta dolencia
se da, principalmente, entre las personas que pasan más de 8 horas delante de
un ordenador. En muchas ocasiones, los especialistas achacan esta patología a
los problemas derivados de la ubicación de los equipos informáticos en el lugar
de trabajo. Factores como una mala iluminación en el local o una insuficiente
resolución de la pantalla del ordenador favorecen la aparición de este
síndrome, así como los reflejos, los brillos o la mala ventilación de la sala.
También pueden incidir en la gestación del SPV la suciedad de la superficie del
monitor o la acumulación de calor en el espacio donde se encuentra la pantalla.
Son los llamados condicionantes ergonómicos y ambientales.
¿Cuáles
son los síntomas más tipicos?
Molestias
oculares y visuales
  • Visión borrosa, visión doble, sensación
    de tensión ocular, fatiga visual y fotofobia (molestia ante la luz).
  • Dolor ocular, sequedad, irritación,
    sensación de arenilla, quemazón, pesadez de párpados, lagrimeo.
Otros
tipos de molestias
  • Dolor de cabeza, náuseas, mareos y
    vértigo
  • Rigidez y dolor de hombros, cuello y
    espalda, brazo, muñecas y mano.
  • Picor en la cara, hinchazón, sensación
    de quemazón o pinchazos, enrojecimiento facial, sequedad.
¿Cómo
optimizar tu postura frente a una pantalla de visualización?

Los
oftalmólogos aconsejan que el monitor esté inclinado hacia atrás de 5º a 10º
respecto a la vertical, porque la tendencia del usuario es trabajar con la
cabeza más baja de lo habitual. También apuntan que los contenidos que aparecen
en la pantalla deberían estar ligeramente por debajo de la línea de la mirada.
Consejos
para mejorar tus condiciones de trabajo
En el
entorno del trabajo
  • Procurar un grado de humedad adecuado.
  • Asegurar una correcta graduación de los
    sistemas de aire acondicionado y calefacción.
  • Si es posible, airear “naturalmente” los
    locales para conseguir un ambiente térmico confortable.
  • Recibir preferiblemente una iluminación
    indirecta y poco intensa.
  • Evitar los reflejos de las ventanas y de
    las cortinas de lamelas horizontales.
  • Elegir mobiliario y pintura de paredes
    de color mate, para evitar reflejos.
  • Ubicar su puesto de trabajo
    perpendicular a la ventana.
En el
propio puesto de trabajo
  • Elegir un asiento preferiblemente
    ergonómico y una mesa adecuada en altura.
  • Situar la pantalla en posición baja con
    relación al usuario, formando un ángulo de 30º con respecto a su ojo.
    Mantener el monitor a una distancia de 50-70 cm de la vista.
  • Utilizar una pantalla con buena
    resolución y contraste. Si no es posible reducir la luz ambiental o
    emplear cortinas que reduzcan el deslumbramiento, pueden emplearse filtros
    antirreflejantes delante de la pantalla (siempre que ésta no lo sea por sí
    misma).
  • Modificar el lugar de trabajo cuando no
    sea ergonómicamente correcto.
En la
organización de las tareas
  • Deben hacerse pausas durante la
    utilización de pantallas (15 minutos cada 2 horas), cambiando de posición
    y andando de vez en cuando. Alternar con tareas que no requieran ordenador.
  • Mirar a lo lejos durante 10 ó 15
    segundos de vez en cuando para relajar los músculos que nos permiten
    acomodar la visión cercana.
  • Puesto que el parpadeo disminuye con la
    atención y la lágrima se evapora más fácilmente, se aconseja parpadear
    intencionadamente por lo menos cada 5 minutos.
La
evaporación de la lágrima

Trabajar
frente a un ordenador implica que se incremente la superficie ocular expuesta a
la pantalla, pues se produce un aumento de la apertura palpebral, que a su vez
provoca un mayor grado de evaporación de la lágrima.
Si la pantalla
está situada en una posición más elevada que la mirada, el área de exposición
será mayor. Y en consecuencia, se producirá más sequedad ocular, ya que también
se da una disminución en la producción de lágrimas. Todo ello deriva en la
aparición de la fatiga visual.
Además, existe
una menor frecuencia de parpadeo: el grado de concentración, la dificultad de
la tarea visual y el esfuerzo de fijación en la pantalla influyen en esta menor
cadencia.
Si trabajas habitualmente con pantallas de visualización y
sientes molestias oculares, es aconsejable que acudas al oftalmólogo para
conocer un diagnóstico profesional y descartar otras patologías. Él será quien
decida cómo corregir los defectos visuales que puedas padecer. 

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