Bajo un cielo nublado, aunque con la lluvia sin hacer acto de presencia, la cofradía del Mayor Dolor iniciaba en el mediodía del Miércoles Santo sus actos habituales en la ciudad de Antequera. El Tercio Gran Capitán Primero de la Legión de Melilla volvió a realizar el tradicional traslado del Señor de esta hermandad, que procesionó desde la iglesia de San Sebastián y de manera breve por varias calles de la zona, enmarcada en el centro histórico de la localidad.
Miles de ciudadanos y visitantes se agolparon para presenciar el traslado y para escuchar la interpretación del himno de la Legión, lo que fue el fiel reflejo de la gran masa de devotos que acompañarían también a esta cofradía durante la noche.
Así, de manera puntual, la cofradía del Mayor Dolor iniciaba su estación de penitencia en el Miércoles Santo a las nueve y media de la noche y ya con el cielo despejado. La plaza de San Sebastián se llenó de antequeranos y visitantes una vez más para presenciar la salida procesional del Señor y la Virgen del Mayor Dolor, acompañados por cientos de nazarenos con cinturón de esparto que alumbraron durante el recorrido procesional.
El trono del Cristo del Mayor Dolor, imagen que representa a Jesús recogiendo las vestiduras después de la flagelación, encabezó el cortejo procesional. En su trono, incluía en la Semana Santa de 2016 como novedad el dorado de la parte frontal, el de las cuatro esquinas y el de las cartelas.
Hasta 72 hemanacos, entre ellos dos mujeres, portan este paso, el cual ha ido aumentando con el paso de los años el número de personas que lo llevan en sus hombros. Y es que la devoción por esta imagen es tal, que existe una gran lista de espera para para procesionarlo. Hermanos de la cofradía que se encuentran en Francia o Bélgica regresaron en el día de ayer a Antequera para sacar a su Cristo por las calles de la ciudad.
Por su parte, la Virgen del Mayor Dolor, portada por 72 hermanacos, contó en este Miércoles Santo con la finalización de los trabajos de dorado de las 10 bases de los varales. Además, lució también un nuevo escapulario con la imagen del Cristo, que fue donado justo un día antes de realizar la estación de penitencia.
Uno de los momentos álgidos se vivió en la Alameda de Andalucía, cuando los dos tronos de la hermandad se encontraron, meciéndose al unísono y levantando los aplausos de los presentes. Tras pasar por la Tribuna, el cortejo procesional encaraba ya de nuevo la Plaza de San Sebastián. Allí, las bengalas tiñeron el cielo de rojo para decir adiós a las sagradas imágenes hasta la Semana Santa de 2017.
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