El
religioso y profesor antequerano, Antonio Jiménez, llevó a cabo este
jueves la presentación del cartel de la Navidad de la Hermandad de
Belenistas El Nacimiento de Antequera con un recuerdo intimista de la Navidad de su infancia.
Sobre el autor del cartel, Manuel Ortiz Tortosa, dijo que es buen cicerone del museo municipal y ex alumno del colegio de Los Carmelitas.

Jiménez dividió su pregón en cómo vivió su Navidad, cómo debe ser una verdadera Navidad y una exposición del contenido del cartel. Así, comenzó su presentación con recuerdos autobiográficos, «aunque sea signo de que uno entra en el otoño de la vida cuando recuerda uno a sus padres», afirmó. Se refirió a su niñez como esa época cuando vivió esas navidades tan entrañables cuando se vivía dentro el nacimiento del niño Dios. Quiso que fuera un canto a sus padres, Esteban y Josefa, pero también a todos los padres del mundo como José y María. Dijo sentirse orgulloso tremendamente de ser antequerano de adopción, pueblo que tiene junto al suyo «tatuado en el corazón». Añadió que su infancia está marcada por un ambiente pobre y humilde en alusión a su hogar familiar de hijo de un albañil y una ama de casa. «Aunque faltara una mesa plagada de manjares no faltaban los villancicos ni el camino que lleva a belén», sentenció. Recordó cómo le pedía a su madre que le cantara «madre a la puerta hay un niño», que considera que es un villancio que recoge muy bien el espíritu de la Navidad. Tuvo un guiño a la idiosincracia de su tierra extremeña recitando la letra del popular villancico «ya se van los pastores». Recordó cómo el momento en que los niños se visten para reencarnar el belén es el primer momento que muchos se arrodillan ante el Niño Dios y le realizan ofrendas.

Dijo que para hablar de Navidad es referirse a ella con la palabra humildad, como la de la madre que acepta la voluntad superior con una firmeza enorme: «hágase en mí según tu palabra». Agregó que ese pesebre en el que nació Jesús es también humilde, un estable auténtico, sucio, oscuro, descuidado y maloliente que hace pensar que dentro de ese concepto de la humildad hay que entender que es la encarnación del hijo de Dios que se hace hombre e irrumpe en la historia. «Dios se hace hombre y diviniza la condición humana», dijo contundente. «La luz que hace siglos se encendió en Galilea», añadió, haciendo palabras antiguas y renacidas cada Navidad las palabras: «Amaos los unos y los otros como yo os he amado». 2016 años después sigue sin haber otra solución posible a los problemas de este mundo, al laberinto de la sociedad humana. «Si los gestos se desprendan de las ideas que le dan la vida, son como
árboles sin raíces», afirmó en alusión a la simbólica escena del
pesebre.

Se refirió a los símbolos de los belenes como el de los pastores y el carpintero que hace la casa a base de golpes, como los del herrero, el panadero que amasa con sus manos el pan cada día o la lavandera que con su jabón en el río enseña a estar limpios y aseados. «Nada sobra de lo que vemos en el belén», concluyó.

Sobre la imagen del cartel, de Juan Correa, autor de múltiples pinturas marianas, diez de las obras son propiedad de Antequera, regaladas a la parroquia de San Pedro. La sagrada familia huyendo a Egipto con el niño en los brazos de su madre mientras San José guía el asno ante un ángel.

El acto tuvo lugar
tras la misa de las doce del mediodía en la Iglesia de San Pedro y contó
con la participación del Coro de la Hermandad del Rocío de la ciudad.
El carmelita fue el encargado de descubrir el cartel y posteriormente
tuvo lugar la inauguración del belén de la hermandad en el interior del
templo.

Manuel
García de la Vega se ocupó de la presentación previa del Padre Antonio Jiménez
que consideró un honor «con qué cara me encarga la hermandad que
presente». Tras realizar un esbozo de la vida vocacional de Jiménez,
nacido en Valdecaballeros y que en el 80 realizó la profesión simple, en
el 86 en Sevilla, la solemne, y en su ciudad natal, la ordenación, en
el 87. Posteriormente tras varias escalas fue trasladado al colegio
religioso antequerano donde es «símbolo de la paciencia» que supo
enseñar que Dios «escribe derecho con renglones torcidos».

Representantes del Ayuntamiento de Antequera, de la junta de gobierno de cofradías de hermandades de pasión y de gloria y compañeros religiosos acompañaron en el acto.