La iglesia de la Trinidad de Antequera acoge durante esta semana el Quinario en honor al Señor del Rescate y a la Virgen de la Piedad. Los cultos se están llevando a cabo desde este domingo, y continuarán hasta el viernes a las siete de la tarde. El viernes, se sustituye el tradicional besapie del primer viernes de marzo en una veneración que se podrá realizar desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde de forma ininterrumpida. Además, por la tarde, habrá donación de sangre y médula en la Cruz Blanca.

Los cultos han dado comienzo este domingo por la mañana a mediodía en la iglesia de la Trinidad, ante un templo abarrotado de fieles con distanciamiento y las medidas preventivas ante el Covid. Un domingo que, ha sido diferente, ya que tras la misa, no se ha celebrado el Pregón del Martes Santo, que tendría que haber sido llevado a cabo por el hermanaco Javier García Quintana, y que ha sido pospuesto para el próximo año.

Durante la celebración, la Cofradía ha presentado y bendecido hoy su nuevo Libro de Reglas, obra del joven artista antequerano Ángel Sarmiento y donado por el Grupo Joven.

Según la descripción del autor, se trata de un libro custodiado por aves que muestra el camino para alcanzar el amor del Padre y afirma a la Corporación como vía. La estética escogida para la decoración de estas pastas hace alusión a la ornamentación florentina de los techos del Palacio Pitti y a la de las paredes decoradas de mediados del siglo dieciocho de los palacios franceses, que conformarían un estilo de decoración que se extiende a los grandes palacios europeos.

«Trasladar la usanza de la decoración mural barroca, a un aparato. Para ello la gama tonal elegida consiste en un fondo tapizado en seda beige (elegido por la vinculación de la iconografía de Jesús del Rescate con la orden trinitaria y la poética que en esto reside «las reglas de la cofradía revestidas del hábito trinitario»), aplicaciones metálicas de orfebrería en bronce patinado en su color, y un casetón central rematado por molduras y tracerías», indica el autor.

En el centro y como protagonista de la composición se alza una diminuta obra pictórica que alegoriza a la corporación del Señor de la Cruz Blanca. La corporación, una dama que se sienta sobre Antequera y que, con el blasón de la Cofradia en su regazo, es agraciada con los alamares de dos ángeles.