Tengo la sensación de que en este mundo se está cada vez más cerca, de comprender las cualidades necesarias para encontrar en él, las satisfacciones que nos hagan vivir  plenamente en el espacio de la verdad. Y no me refiero a  ese mundo lleno de vanidades, ni ese sujeto a la injusticia, ni tan siquiera a ese, amando a escondidas. Me refiero a aquellos con las cualidades repletas de sentido común.

Si acaso, nos encontrásemos con ciertas actitudes teñidas de malestar, sólo entonces conseguiremos descubrir algunos resquicios vanos e inútiles. Pero la verdad está en asimilar todo cuanto nos rodea en cosas positivas, guardándolas plácidamente en el baúl del bien.

Sin estas sensaciones que se están viviendo últimamente, como el buen hacer, las virtudes positivas, el bienestar común, la alegría intensa, los buenos deseos o los plácidos días, no podremos obtener de cada uno de nosotros esas sensaciones tan favorables para la convivencia de las personas.

Si algún día nos sintiésemos abocados a perder nuestro deseo de paz, podríamos  también perder la cara buena de la moneda, quedando así solamente la cruz que nos invita al mal. Y con ello perder las sensaciones necesarias para encontrar la satisfacción de vivir plenamente