La particular orientación del dolmen de Menga, hacia la Peña de los Enamorados, no hacia la salida del Sol, y sus más de 20 metros de largo, son dos de las características que han demostrado el valor excepcional universal del Sitio de los Dólmenes, reconocido por la Unesco. Lo que no se podían imaginar los evaluadores de la candidatura es que el Conjunto Arqueológico se iba a convertir en una zona de lucha… de Pokemon.


Antequera no se ha quedado al margen del juego virtual de moda que ha echado a cientos de jóvenes -y no tan jóvenes- a recorrer lugares de residencia, trabajo o vacaciones. La salida del juego, coincidiendo con el inicio del verano, y por lo tanto el fin del curso, ha convertido en algo habitual ver grupos andando atentos a sus pantallas. Tanto adolescentes, como otros más mayores que ya han entrado en la veintena y que el juego les hace recordar aquella serie de dibujos animados que tanto les gustaba cuando eran unos niños.

El objetivo es capturar a los 150 pokemon de la denominada primera generación. Para ello el jugador emplea sus ‘pokebolas’ que el usuario debe lanzar al ser virtual que ha conseguido localizar. De entre dos hasta incluso una decena, aunque se suelen gastar una media de 3 a 5 por captura. Eso sí, todo depende de la habilidad del jugador, de su nivel en el juego y de la criatura que quiera capturar. “Según es el nivel del entrenador, más alto es el nivel del Pokemon”, apunta Ángel Morales, jugador habitual.

También se pueden conseguir nuevos ejemplares salidos de huevos que se han ido recogiendo por el camino. Eso sí, para que estos eclosionen el jugador deberá recorrer un número determinado de kilómetros, que pueden llegar incluso a los 10.

Lugares estratégicos
De todas formas, recorrer la ciudad -o el lugar donde se está jugando- es una de las características del juego, ya que los pokemon no están permanentemente en un punto concreto, sino que van apareciendo de forma aleatoria. “Los mejores pokemon suelen salir por la Casa de la Juventud, el Colegio María Inmaculada, las fuentes del Paseo y por la Verónica”, comenta Morales.

En estas zonas se pueden encontrar criaturas poco habituales como haunters, wartortles o magmar. Pero atraparlos no sólo es cuestión de técnica o de dar ingentes paseos, también es necesario emplear otros objetos virtuales como incenso o cebos. Los primeros permiten que se le aparezcan estos seres virtuales al jugador que lo colocó, mientras que los segundos, atraen a criaturas que pueden ser atrapadas por cualquier jugador, en las denominadas ‘pokeparadas’. Precisamente en estos puntos los jugadores pueden encontrar inciensos y otros suministros que le permiten cazar a los pokemon y ayudarle durante el juego: ‘pokebolas’, pociones de vida, elixir…

Una de las paradas más concurrida en Antequera es las que hay en la Plaza de San Sebastián. De hecho, suelen estar precisamente en lugares tránsito, así como en zonas monumentales y puntos de interés histórico. Así, en la ciudad también existen otras junto a la Iglesia de la Trinidad, San Pedro, el antiguo convento de Santa Clara, la Plaza de Toros, la plaza de Castilla o en la Alcazaba.
Precisamente, el pasado jueves, una quincena de jugadores se dieron cita en este último monumento para disfrutar de este juego y aprovechar para colocar cebos en la ‘pokeparada’. Como apunta Fran Navarro, jugador habitual, es más divertido si en vez de jugar en solitario, se hace con un grupo de amigos u otras personas que comparten la afición. “En todos los juegos de Pokemon siempre ha habido la necesidad de compartir los logros”, comenta a Las 4 Esquinas.

Lucha por equipos
A pesar de que cada entrenador desempeña su papel de forma individual, el usuario, una vez alcanza el nivel 5, se incorporan a uno de los tres equipos que participan del juego: el amarillo, llamado “Instinto”; el azul, “Sabiduría”, y el rojo, “Valor”. Como reconocen algunos jugadores locales, entre estos dos últimos hay “mucho pique”, poniendo sus pokemon capturados a luchar en los ‘gimnasios’. Quienes ganas, se ‘quedan’ con este punto para entrenar a estos seres.

También están repartidos por toda la ciudad, y al igual que las ‘pokeparadas’ algunos de ellos están situados en lugares monumentales como San Juan, la plaza de Santiago o la Iglesia de San Agustín, al margen del dólmen de Menga. “Todas la noches el ‘gimnasio’, sea amarillo o rojo, cuando cierran las puertas, se convierte en azul”, admite un jugador sobre el megalito.  La batalla está servida.

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