académico

Os voy a contar una historia que tiene “Pan y mijillas” como decía mi abuela Frasquita. Y tengo que decir que es real y cierta. Se trata de los colegios donde he estado cursando estudios, en mi trayectoria escolar. Para ello empezaremos por el principio.

No tendría más de tres años cuando mi madre me apunto al colegio Mª Inmaculada, antes llamado “El Asilo”. De este sitio tengo dos recuerdos, cuando nos daban una onza de chocolate y el olor a goma de borrar. De ahí fui al colegio de Los Patos, solo recuerdo cuando nos daban una talega con leche en polvo y por los Reyes algún que otro juguete. De este lugar fui a los Carmelitas de “arriba” donde cada mañana lo primero que hacíamos era cantar “El Cara al Sol”. Mi andadura continuó un año en el colegio León Motta y dos más por el colegio de la calle Santa Clara. De ahí otra vez a Los Carmelitas pero ahora “de Abajo”  allí, recuerdo que te calentaban a la primera de cambio y lo hacían con una regla a la que llamaba “Doña Pegona”.

También estuve en los Hermanos, pero solo pocas horas ya que fue un error burocrático al confundirme con mi hermano. Y por ultimo cursé seis años en el colegio de la Salle “Virlecha” donde terminé mis estudios de Maestro Industrial, en la rama del metal y especialidad tornero fresador. Siendo el primer y único alumno que terminó en este centro.

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