Más de 700 alumnos pasarán el próximo curso por la Escuela Municipal de Música de Antequera (EMMA), lo que significa un aumento en cerca de un centenar respecto a las personas que estuvieron matriculadas el pasado año.

El próximo 3 de octubre está previsto que comiencen las clases de este quinto curso, en el que también se aumentará el cuerpo docente, superando la veintena, y para el que se han previsto varias novedades. La principal, la puesta en marcha de «combos»: agrupaciones de alumnos para la formación de diferentes grupos musicales, en función de los diferentes estilos e instrumentos en los que estén inscritos.
Según han explicado este miércoles Joaquín Castro, director de la EMMA, es una actividad piloto que impulsará este año, para que los alumnos se vayan acostumbrando ella como asignatura y así pueda convertirse un aula más el próximo curso. «La comunicación entre músicos hay que desarrollarla», ha comentado durante la presentación de las actividades este miércoles.
Al margen de la oferta de cursos, que superan la veintena, la EMMA mantendrá su línea de trabajo con actividades complementarias, como sus clases magistrales y conciertos. Además, también tienen previsto ofrecer para el fin de curso un espectáculo musical que pueda dar cabida de un mayor modo a todos los alumnos.
«Seguimos trabajando con mucha ilusión», ha comentado Castro sobre una Escuela que continúa creciendo y que ven como la demanda sigue en aumento, para clases como las de piano y guitarra española, donde incluso hay lista de espera. «Al ser casi clases particulares (dos o tres personas) necesitamos más horas». También el aula de batería es otra de la que más demanda suele tener, aunque el mayor crecimiento lo han experimentado en el aula de Música y movimiento, para menores de 4 a 7 años, donde se han registrado un centenar de preinscritos. 
En este sentido, la concejala delegada de Cultura, Ana Cebrián, ha destacado no sólo la «oferta amplísima» de la EMMA, sino también el trabajo que se lleva a cabo en este espacio, en el que los jóvenes no sólo pueden disfrutar de la música, sino también «aprender una disciplina» necesaria para el aprendizaje de un instrumento. Una «labor social fundamental» que se amplía igualmente con el aula musicoterapia en el que participan usuarios de Adipa y las actividades que se desarrollan con Proyecto Hombre.

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