La ceramista malagueña María Monasterio ha instalado su taller en Casabermeja, donde, además de trabajar para los restaurantes más prestigiosos del país, ha elaborado una colección para el hogar inspirada en los paisajes y colores de su tierra
«Lo que buscamos es transmitir emociones con las piezas que hacemos. Creo que lo conseguimos y eso la gente lo aprecia y lo valora». La pasión y la dedicación son el verdadero motor detrás del éxito de María Monasterio, ceramista malagueña que ha conquistado el corazón de los chefs de la alta cocina.
Y es que a sus 38 años, Monasterio ha trabajado ya con una gran variedad de restaurantes de toda España. Su primer trabajo con Mauricio Giovanini, propietario de Messina, restaurante con estrella Michelin en Marbella, marcó un antes y después en su carrera profesional. Desde entonces, han sido muchos los que han apostado por el talento de esta artista. Desde los malagueños Kaleja, Beluga o Ta-kumi, hasta chefs de la talla de Martín Berasategui, uno de los cocineros con más estrellas Michelín del mundo al frente de restaurantes como Lasarte en Barcelona o Etxeco en Ibiza.
La artesana también ha colaborado con grandes marcas. La más reciente, Cervezas Alhambra, para la que ha realizado tres piezas edición limitada para su nueva serie Numeradas Andalucía.
«Estudié un poco el modelo de mercado y sus necesidades. En base a ello preparé un portfolio que remití a diversos restaurantes. Con el tiempo, las redes sociales, el boca a boca y la prensa que se ha hecho eco de mi trabajo me han ayudado mucho a conectar con los clientes».
Los comienzos
Aunque en un principio estudió arquitectura, terminó cursando alfarería en la Escuela de Arte San Telmo de Málaga, donde se enamoró completamente del oficio. Dio sus primeros pasos profesionales en el Paseo de Sancha, lugar en el que se encontraba el taller de su tío, Pablo Romero, reconocido ceramista malagueño recién jubilado este año.
Con poco más de 30 años, Monasterio comenzó a especializarse en la elaboración de piezas utilitarias como las vajillas, encontrando en la hostelería su público potencial. «La vajilla en gastronomía es muy importante. Forma parte de una experiencia completa que engloba el momento de la comida. Un emplatado bonito te hace disfrutar todavía más», detalla.
El aumento exponencial de encargos y la falta de espacio le han llevado a trasladar su sitio de trabajo en hasta dos ocasiones. Hace tan solo unos meses cambió la gran ciudad por un pueblo de 4.000 habitantes enclavado en los Montes de Málaga, Casabermeja, donde el Centro Andaluz de Emprendimiento le ha cedido por unos años una nave tras conseguir su adjudicación por concurso.
Expansión
Aparte de trabajar para los restaurantes más prestigiosos del país, uno de los objetivos de Monasterio es abrir y expandir el mercado. «Queremos buscar otro tipo de clientes y llegar al público en general. Por ello hemos elaborado una colección pensada para el hogar, con formas más prácticas de las que se suelen usar en casa», explica Monasterio, quien fecha para finales de mayo o principios de junio el lanzamiento de su nueva vajilla doméstica titulada ‘Málaga, colores y paisajes’.
A corto plazo también quiere proyectar su marca a nivel internacional y llevar sus creaciones, también de decoración, más allá de estas fronteras. De hecho, en el estudio ya están preparando un pedido con destino a Austria y han confirmado su participación en ‘Maison et Objet’, una de las ferias más importantes de diseño de interiores en París que tendrá lugar en el mes de septiembre.
Seña de identidad
Su trabajo se inspira mucho en la naturaleza. «Siempre he vivido cerca del campo, tenemos la playa, con su luz al atardecer… Málaga es una ciudad muy bonita con paisajes muy variados. La idea de la nueva vajilla doméstica es que tiene muchos colores distintos que puedes combinar para hacerla a tu gusto», señala.
Además de motivos rústicos y del mar, el trabajo de Monasterio se caracteriza por su equilibrio. «Si una pieza tiene una forma más elaborada, el color es más plano. Por el contrario, si es más simple, le puedo llegar a dar brochazos de color que funcionan como textura. Me gusta que no sea demasiado recargada, sino elegante», apunta.
La calidad también forma parte indispensable de cada elaboración. «Trabajamos el greg, un material que se cuece a altas temperaturas, a 1.260 grados, lo que otorga una mayor resistencia a la pieza y se aprecia en el tacto y los acabados», subraya.
Monasterio realiza piezas totalmente a medida que se adaptan a las necesidades de cada cliente. «Muchas veces me dan libertad, me enseñan ideas de lo que quieren o directamente les gustan los modelos que ya hay disponibles en nuestro estudio», puntualiza.
En general, los plazos que manejan son de dos meses, contando desde que inician la producción, hasta que hacen entrega del trabajo. «La cerámica tiene su complejidad, pues requiere mucho tiempo de práctica y aprendizaje. Cuando metes una pieza en el horno, se produce un proceso químico que lo cambia, pasa de ser arcilla a ser cerámica. Y en ese momento a veces se dan problemas, no salen las cosas como uno piensa. Una pieza que ya has hecho antes tampoco sale igual, hay que hacer muchas pruebas», indica.
Un estudio lleno de vida
Actualmente el equipo lo forman tres personas: María, que se encarga del diseño y la producción; Michel, su marido, quien realiza las tareas de administración y Maica, ceramista con gran bagage y experiencia en el sector.
Además, en el taller tienen un claro compromiso con la sostenibilidad. Una muestra de ello es ‘Renacidas’, una exposición de piezas decorativas y artísticas elaboradas con material reciclado y desechado y pan de oro que verá la luz próximamente. Asimismo, imparten cursos de formación y clases privadas, que han ganado mucha popularidad entre el público extranjero.
Por otro lado, han creado su propia marca personal de herramientas para cerámica y alfarería: MOMO Tools, prácticas, de buena calidad y elaboradas en España.