No es tan importante el lugar desde el que partes como el lugar al que quieres llegar. Pero aquí llega la gran pregunta. ¿A qué lugar quieres llegar? ¿A qué objetivo o gran objetivo quieres llegar? Ya sea un objetivo de la mente, o ya sea un objetivo del alma, requiere habilidades, estrategias y hábitos que, bien empleados, te conducirán a la consecución de tu objetivo. Aquí surge otra gran pregunta. ¿Haces lo necesario para llegar? ¿Cómo son tus habilidades, estrategias y hábitos? Esto te lleva al discernimiento de prioridades, te lleva a decir que no a aquellas acciones que no estén en línea con las prioridades de tu objetivo y, te lleva a sacudirte la culpa al decir no, a planes alternativos que solo te distraen de tus planes prioritarios. Lamentablemente, la mayoría de acciones que realizas en tu día a día serán efímeras y pasajeras y serán las que más atención te requerirán. Y sin darte ni cuenta, pasarás gran parte de tu vida ocupado en tareas y hábitos, que no te llevarán a ninguna parte, especialmente no te llevarán a tu objetivo. Lo que finalmente hará cumplir tu objetivo será el tiempo que cada día le dediques, he dicho bien, cada día. Ten en cuenta que el 80 o 90 por ciento de lo que haces cada día, no te lleva a ninguna parte. Pero el otro 10 o 20 por ciento, bien enfocado, te llevará mágicamente, a otro nivel.
Escrito por: Mari Carmen Doblado Algar.