Una película con un guión predecible y
poco original no augura nada bueno, pero si detrás hay un director capaz de
hacer brillar otros elementos de la película hasta el punto de que las
carencias del guión pasen desapercibidas, entonces estaremos ante una buena
película.

Claro que para que esto ocurra, el director debe ser un fuera de
serie, alguien con la habilidad de convertir lo aburrido en oro. Es una lección
que aprendí gracias a Avatar, de James Cameron. Vale, el guión es absolutamente
tópico y carece de originalidad, ¡pero no me negaréis que todo lo demás es
maravilloso! Pues eso también hay que tenerlo en cuenta a la hora de evaluar.
El problema viene cuando en una película no destaca nada, pero ese es otro
tema.

Si La cumbre escarlata hubiese caído en
manos de un director insulso, sin estilo propio ni talento, ahora mismo no
estaría hablando de ella, o lo que diría sería poco agradable; por suerte, la
persona que hay detrás de las cámaras es Guillermo del Toro, alguien cuyas
películas son siempre, como mínimo, interesantes y dignas de verse, y esto se
debe en parte a que es un hombre que ama el cine de terror y pone en sus
películas todo el cariño del mundo.
El director mejicano toma una historia de
fantasmas (lo cual no implica que La cumbre escarlata sea necesariamente un
filme de terror, ojo) arquetípica, en la que los espectros no son los villanos
ni la verdadera amenaza, sino que están ahí para avisar de los peligros que se
vienen encima o para dar pistas que sirvan para detener al auténtico villano.
Como bien dicen en la propia película, “esto no es una historia de fantasmas,
sino con fantasmas”. Entre una cosa y
otra hay una diferencia abismal, de modo que si hubiera que encajar de forma
justa a la película dentro de un género, sería el thriller. Otras películas que
juegan en esta ligan podrían ser Extraterrestre, de Nacho Vigalondo, o Zombies
Party, de Edgar Wright. Tanto en una como en otra hay un elemento extraño o
paranormal, pero ni mucho menos es el eje central de la historia. Están ahí, de
fondo, pero el corazón de la trama es otro.
Siendo justos, a los veinte minutos de
película es fácil deducir cuál va a ser el final, pero como ya he dicho,
habiendo un director tan potente como Guillermo del Toro detrás del proyecto,
es inevitable y necesario juzgar el conjunto. Claro, la historia es predecible
y arquetípica (no confundir con mediocre), pero todo eso se compensa con un
diseño de producción precioso donde todo es bonito, desde los escenarios y el
vestuario hasta los propios fantasmas, que por supuesto llevan el peculiar
sello del director y su buen gusto e imaginación a la hora de diseñar objetos y
monstruos. A todo esto hay que sumarle el pulso narrativo, el gran trabajo de
dirección y la facilidad de Guillermo del Toro para captar todo el interés del
espectador, porque una historia, sin importar lo innovadora u original que sea,
se puede contar bien o mal, y La cumbre escarlata está muy bien contada.
La película, como buena película de
Guillermo del Toro, posee todos los elementos característicos que hacen de este
director lo que es; autopsias, insectos, seres sobrenaturales bellos y
horribles al mismo tiempo, maquinarías y engranajes, explosiones de violencia,
auto homenajes, etc. Con esto quiero decir que aquellos que disfrutan del cine
de este director se van a sentir como en casa, y los que no lo soportan
seguirán sin soportarlo porque, para bien o para mal (para bien, en mi
opinión), Guillermo del Toro sigue siendo él mismo.
TRAILER

https://www.youtube.com/watch?v=OojCfDlxg5Q