Se ha dicho que somos animales éticos. Hemos de emprender en común la búsqueda de una ética humana, global e intercultural. Y antes de responder sobre el modo de curar o de cuidar la vida de las personas, nos preguntamos por el enigma mismo de la vida. ¿De dónde viene mi vida? De una trayectoria biológica y biográfica. Si cuando mi madre era un feto en el seno de mi abuela no hubiese comenzado la división celular que posibilitaría más adelante, llegado el momento de la madurez fisiológica de sus ovarios, que se produjese la ovulación, yo no estaría aquí ahora.

Si en la pubertad de mi padre no hubiese comenzado la espermatogénesis, condición de posibilidad para que, años después, un espermatozoide y un óvulo de mis progenitores se encontrasen, yo no estaría aquí ahora. Venimos de una trayectoria biológica y biográfica. Pero no estamos completamente determinados. Podemos emplear nuestras capacidades y posibilidades innatas para convivir humanizándonos o para perjudicarnos mutuamente y autodestruirnos. Ahí surge la cuestión ética sobre el uso de nuestra libertad para convivir justa, solidaria y amistosamente.

La ciencia avanza, las investigaciones con embriones se multiplican. Ante estas cuestiones hemos de preguntarnos: ¿qué hacer?, ¿hasta dónde hay que avanzar?, ¿donde detenerse? Además de foros de científicos donde se debatan estas cuestiones, necesitamos foros ciudadanos en los que tratemos de ayudarnos mutuamente para aclararnos sobre estos problemas y para elegir y tomar decisiones.

Foros en los que participen personas con diversidad de puntos de vista, creencias y visiones de la vida, de distintos grupos de pertenencia social, política o religiosa, pero que busquen unidos los valores en los que podamos converger de cara a un mejor futuro para la sociedad. Sin que ningún grupo o confesión religiosa quiera imponer sus ideas a los demás. Los fundamentalismos y dogmatismos nos impiden avanzar. Tenemos que aprender a dialogar, a ceder, a aceptarnos, a entendernos. Porque debe ser mucho más los que nos debe unir que lo que nos puede separar.

José Sánchez Luque

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