Ya estará usted a gusto, ya estará usted contento y tranquilo, ya será usted feliz. Por fin se acabaron sus pesares, por fin volverá el silencio. Y todo esto gracias a su tesón y a su constancia, al haber hecho todo lo posible para que no se use el patio parroquial de San Pedro, mediante sucesivas denuncias, y así no poder montar la caseta de feria. Por fin lo consiguió. Por fin pudo doblegar a un puñado de cofrades dispuestos a trabajar con el único objetivo de conseguir una buena Semana Santa para Antequera. Pero no se preocupe, que yo rezaré para que su sosiego no lo agravie nadie más, especialmente a la hora de la siesta, como lo estaban haciendo esos ingratos. Y ya podrá ir con la cabeza muy alta diciendo: Yo, yo fui el que eché a un grupo de alborotadores que me estaban molestando, al no encontrar la paz y la calma. Así todos sabrán de su gran coraje, de su gran arrojo y de su valentía mostrada ante ese gran mal.

En la vida todo se paga, pero yo sería incapaz de hacerle a Usted ningún mal, yo nunca sería capaz de hacer cualquier cosa que fuera en contra suya. Nunca le desearía a usted que sufra por culpa de una gran labor. Y es más, le deseo que sea usted lo más feliz que pueda, aunque veo que el listón lo ha puesto muy alto, y así jamás logrará alcanzar sus objetivos. Gracias a que, siempre, en la vida, hay algunas personas malas.