La periodista antequerana, María Rosales, llevó a cabo este domingo una emotiva presentación del cartel de Navidad. Como prólogo musical participó el Coro del Colegio de Villanueva del Trabuco. Posteriormente, se procedió a la inauguración del belén realizado por la Hermandad El Nacimiento de Antequera que organiza estos cultos que se iniciaron con la bendición de los Niños Jesús de belenes.

El décimo cartel de la hermandad, obra de Juan Manuel Ortiz Tortosa, fotógrafo y empleado del Museo de la Ciudad de Antequera, es una imagen que muestra que la realidad del Nacimiento va «más allá», comenzó María tras el momento del descubrimiento por parte de la edil de Cultura, Ana Cebrián, y el presidente de la hermandad, Jose Antonio Narbona. Recuerda la espiritualidad barroca de Murillo donde la escena, lejos de su carácter celestial se humaniza, dijo. El «nacimiento más importante de la historia de la humanidad se queda en un importante segundo plano dando prioridad a los más débiles», un niño pobre, una generosa anciana y un niño juguetón que ciertamente se ven antes que la propia escena habitualmente central. «Nos invita a ver más allá del Nacimiento, a ver más allá de la llegada de Dios, más allá de las figuras de nuestro belén», hagan que el Nacimiento valga la pena, espetó. «Que nuestro paso por estas fechas sirva como un nuevo belén en nuestras vidas», pidió. «Vivamos con alegría este tiempo de adviento y en el que nos preparamos para la alegría que ha de llegar forjemos un belén de esperanza y fe», apostilló.

Se refirió a José un padre entregado mientras María descansa acostada y observa la preciosa estampa del ‘Niño Chiquito’, «ni más ni menos que el hijo de Dios llamado a cambiar la historia de los hombres. Nuestra historia, ésa de la que no podemos prescindir pero sí escribir nuevos capítulos como iniciar un nuevo adviento».

Y así concluyendo exhortando a los presentes a que, sean belenistas o no, busquen su propio belén, sus figuras, sus recuerdos y reflexiones, olviden lo pasado y aprendan de los sucedido, empiecen a trabajar y a actuar para que sea un belén «único e irrepetible». De esta forma, argumentó, en cada casa en torno a cada belén se iniciará una nueva conversación despertarán nuevos recuerdos y crecerán nuevos ilusiones, porque los belenes, los de siempre, van más allá del sitio donde transcurran -como en el cartel-. «Ahora les toca a ustedes difundirlo, que cada casa tenga un belén y compartan su magia que todos sepan que en la tierra mundial es Navidad», exclamó para concluir con un matiz intimista aplicándose de su propia sugerencia. Así dijo este año montará un belén para que su pequeña (hija) aunque no entienda lo pueda ver, «y cuando los años los vea pasar mi belén más grande se hará», concluyó.