La Paz y el Socorro corrieron su vega y se encontraron en la citarilla
Antequera desbordó pasión el Viernes Santo con el paso de tres de sus cofradías. La Paz y el Socorro llenaron de devoción y fe las calles de la ciudad dejando para el recuerdo momentos únicos como las vegas y su sentido encuentro en la citarilla. La Soledad, por su parte, trajo la calma y la serenidad a la ciudad tras todo el bullicio del viernes.
La Cofradía de Abajo (Paz) inició su cortejo procesional a las seis de la tarde desde la iglesia de Santo Domingo. Cientos de personas esperaron impacientes la salida de la Virgen de la Paz, protagonista indiscutible de esta Semana Santa como cara visible del cartel anunciador de la Pasión antequerana de este año. Junto a ella, el Niño Perdido de Jesús, el Dulce Nombre de Jesús Nazareno y el Cristo de la Buena Muerte recuperaron su recorrido tradicional que se coronó con su vega por la Cuesta de la Paz y su encuentro en la plazuela de Santo Domingo con los hermanos y Sagrados Titulares de la cofradía de Arriba (Socorro) pasadas las doce de la noche.
El desfile estuvo encabezado por la Infantería de la Marina, mientras que la Banda Municipal Amantes de la Música de Campillos repitió con la Virgen y la Banda Municipal de Casabermeja debutó con el Dulcenombre, que estrenó la trasera de plata. Además, se puso una cruz nueva al Cristo, se restauró un antiguo estandarte de plata y se renovó la ropa de armadilla.
Este año la cofradía del Socorro se lució cómo se merecía después de haber vivido en 2022 una auténtica yincana. A causa de las obras de calle Infante Don Fernando, sus monumentales tronos se vieron obligados a pasar por calles estrechas, lo que se sumó a los inconvenientes del cableado, etc.
Este Viernes Santo recuperaron su itinerario tradicional, un recorrido mucho más cómodo en el que discurrieron por calles más desahogadas. Uno de los momentos más bonitos y disfrutables de la procesión fue su paso por el Arco de los Gigantes, situado en pleno casco histórico de Antequera, desde donde se divisaba toda la vega, así como el paso de la Cofradía de la Paz por calle Encarnación, creando una estampa preciosa digna de ver.
A ello se le sumó su clásica vega, una de las más populares de la Semana Santa antequerana por no decir la que más, ya que antes de su encierro los hermanacos tuvieron que enfrentarse a tres subidas seguidas: la Cuesta Zapateros, Cuesta Viento y Cuesta Caldereros portando los tres tronos a los hombros. La Cruz de Jerusalén, Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora del Socorro Coronada desembocaron en su templo no sin antes encontrarse con la Virgen de la Paz.
Este año, aparte del Grupo Regulares de Melilla, la Banda de Cornetas y Tambores Dolores Coronada de Álora y la Banda de Música Villa de Osuna, La Cruz de Jerusalén estuvo acompañada por la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de la Encarnación de El Burgo. La cofradía desfiló nuevas túnicas de campanillero de lujo y de hermano mayor chico, así como la Virgen estrenó una nueva saya.
Tras caer la noche con los últimos rayos de luz en el cielo, la plaza del Carmen fue testigo del inicio de la estación de penitencia más íntima y tétrica de toda la Semana Santa. Los cánticos gregorianos del grupo vocal Lux Aeterna encabezaron el cortejo, seguidos del rezo del Santo Rosario delante del Santo Entierro y la capilla musical Ars Sacra detrás de Nuestra Señora de La Soledad, que estrenó una saya procesional de tercioperlo negro bordado en oro donada por el doctor José Rafael Rodriguez García.
Con el juego de sombras y contrastes de luz y color, la Virgen de la Soledad se vio reflejada en la cal de las fachadas de regreso a su barrio, donde estuvo acompañada por su gente para poner fin a la mágica noche del Viernes Santo.