Aprendiendo a dejar que la naturaleza vibre en nosotros, por José Vicente Cobo

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Si se halla usted dando un paseo, y consigue ver un animal a lo lejos que aún no se haya percatado de su presencia, es decir si todavía no le ha olido o no ha registrado su presencia, deje que el ser del animal se vuelva activo en el ánimo de usted. Sintonícese con la tranquilidad interna. Inspire y espire profundamente varias veces. A ser posible cierre brevemente los ojos, y con su respiración acoja al animal en su ritmo corporal. Esto significa que usted al inspirar lleva a su interior la imagen del animal. Y mostrando humildad ante la vida, deje que esa imagen tenga un efecto en usted, sin esperar nada.

Con el tiempo irá experimentando que el animal, desde su estado de conciencia divino, le está irradiando paz, unidad y sentido comunitario, algo que no proviene de este mundo. Ejercítese por tanto en la observación de sus criaturas hermanas, los animales, pero también en la contemplación de las plantas. Por medio de estos ejercicios, mediante el volverse silencioso y desconectar conscientemente las emociones y pensamientos innecesarios, con el fin de estar de verdad presente en las zonas habitadas por las criaturas que conviven con nosotros, pronto notará que se vuelve cada vez más sensitivo y con el tiempo percibirá lo que hay a su alrededor. Y si va con frecuencia a visitar a sus hermanos animales en los bosques y campos, pero dando el valor que le corresponde al prójimo animal y todo lo que lleva la vida, pronto captará lo que realmente significa la vida en la verdadera unidad.

Los animales aman la paz y la libertad. Sus sentidos espirituales se basa en la unidad y en la comunidad. Por eso quieren estar con sus hermanos mayores, los seres humanos. Ellos notan perfectamente cuando hay personas que están aprendiendo a comprenderlos en humildad y respeto. Por eso aprendamos también nosotros a dispensar más respeto al mundo animal y vegetal, y comprenderemos poco a poco que el Uno universal, el Dios Creador que habla, es quien dona y mantiene la vida en todos y en todo, en lo más pequeño y en el infinito. Dejemos que las siguientes frases sencillas lleguen al corazón y al entendimiento: “En lo más pequeño está el infinito, y en el infinito está lo más pequeño. Dios el Creador de la vida, es el Amor universal. Su amor es la humildad universal, que se da y tiene validez por igual para todo lo que vive”.