“Estamos aquí porque el 19 de enero de 2015 mi hermano es asesinado”. A Gustavo Pedraza le llama la policía para comunicarle que su hermano acababa de tener un accidente de moto. Imposible. “Mi hermano no tenía licencia para conducir. No sabía, de hecho”, declara. Pocas horas después encuentran al mayor de los Pedraza con un tiro en la nuca. En Gachancipá (Colombia), a 60 kilómetros de Bogotá, Gloria pierde a su otro hijo. “Estamos seguros que es un crimen político”, sentencia. A Gustavo, perseguido por el gobierno colombiano por denunciar la irregular muerte de su hermano, le acompañan 39 activistas de Amnistía Internacional (AI) en el Hotel Lozano (Antequera), donde cuenta su historia y conoce la de otros valientes.

Valiente’, así tituló AI su encuentro anual en Andalucía con socios y activistas de este sábado. Se trata de su campaña prioritaria, que pretende dar voz, según Ruth de Frutos, responsable de comunicación, “a aquellas personas que promueven los derechos humanos y las libertades públicas”. Para conocer a estos activistas, desde la organización, presentaron ocho situaciones de afectados a lo largo del mundo. Entre otros casos, se conoció el asesinato de la defensora hondureña Berta Cáceres, situaciones de violación de derechos humanos en Chile o presos políticos en Irán. Y los presentes: el giro de la vida de los Pedraza, Gloria y Gustavo, que forman parte del programa de protección de Amnistía Internacional. La organización le ofrecerá amparo por un año, cuando decidan pedir asilo o volver a Colombia.

Antonio lee la historia de un activista perseguido. (Samuel Ruiz)

Juan Francisco Villar, coordinador de medios de comunicación de la delegación andaluza de AI, describió la jornada: “Es un momento que nos sirve para encontrarnos tanto los activistas que están en los distintos grupos locales que hay en la comunidad (Andalucía), como socios que no han sido nunca activistas, pero que pueden integrarse como tales. Amnistía Internacional cuenta con más de 7 millones de socios repartidos por el mundo, aunque Villar lo dejó claro: “Lo ideal es un mundo en el que Amnistía Internacional no existiese porque no fuese necesario. Desgraciadamente sabemos que prácticamente en todos los países se siguen violando los derechos humanos”.

La organización, que goza de máxima independencia puesto que, según la misma, no recibe ningún tipo de subvención o ayuda de ninguna institución, aprovechó la ocasión no sólo para denunciar los ocho casos de personas perseguidas a nivel mundial, sino que denunció las irregularidades dentro de las fronteras españolas. La crisis de los refugiados, a los que el gobierno aún sólo ha acogido al 11% de la cuantía total que prometió, los desahucios o las devoluciones en caliente en la frontera sur fueron los principales temas. “Nos centramos en los derechos civiles y políticos y nos olvidamos de los derechos económicos, sociales y culturales que la Constitución no garantiza, salvo la educación, porque son simples declaraciones de intenciones”, sentenció Villar.

Asistentes a le reunión anual de Amnistía Internacional Andalucía. (Samuel Ruiz)

El hermano de Gustavo, y el hijo de Gloria, pertenecía a un movimiento estudiantil y campesino en Colombia hasta que una mañana lo fusilaron. Una bala del calibre 38 atravesó su cabeza a un metro y medio de distancia. Gustavo, que pudo lograr salir del país, y tras presentar varias denuncias ante la Unión Europea, seguirá firme: “Tuve que dejar la carrera, pero ahora pretendo seguir preparándome para continuar con las denuncias. No voy a quedarme callado”.

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