Encuentro entre la Virgen del Consuelo y la de los Dolores en la plaza de Santiago

El sol volvió a lucir una jornada más en Antequera, como lo viene haciendo durante toda la Semana de Pasión. En el Jueves Santo, dos cofradías realizaban su estación de penitencia. Pasadas las siete y cuarto de la tarde, salía de la iglesia de San Pedro el Cristo de la Misericordia de la cofradía del Consuelo. Dirigiendo el trono, el hermano mayor del mismo, Antonio Ángel Zamora, estrenaba una pértiga hecha por Paula Orfebres en la localidad cordobesa de Lucena.

Acompañando a esta primera imagen iba la Virgen del Consuelo, que lució una nueva saya realizada mediante unos bordados antiguos que fueron adquiridos por el grupo de camareras de la hermandad el año pasado. Además, estrenó un fajín de almirante donado por los devotos y un tul de hojilla, cortesía de los directivos de la cofradía.

Un cuarto de hora más tarde que la primera hermandad salía a la calle desde la iglesia de Belén la otra que realizaba su estación de penitencia, la de Servitas. Abriendo el cortejo, el Cristo atado a la columna lucía el nuevo dorado de los cabezales en oro de 22 quilates, realizado en el taller antequerano de Miguel Ángel Bueno. Acompañando a este trono, los otros dos sagrados titulares se mecían al son de las marchas: el Jesús del Consuelo y la Virgen de los Dolores.

Uno de los momentos álgidos del Jueves Santo antequerano tuvo lugar en la plaza de Santiago, donde las dos cofradías que ayer realizaban su estación de penitencia se encontraron antes de seguir con sus itinerarios oficiales y antes los aplausos de los cientos de devotos que salieron a las calles de la ciudad de los Dólmenes.

En el tramo final de la procesión, llegaba uno de los hitos más señalados en la Semana Santa de Antequera. La hermandad del Consuelo inauguraba en 2017 la tradición antequerana de correr las Vegas, tras bajar la Cruz Blanca y bendecir los campos. Se trata de una cita declarada de Interés Turístico Provincial.

Posteriormente, la cofradía de Servitas discurrió junto a sus sagrados titulares hasta llegar de nuevo a la plaza de Santiago, donde cada trono fue corriendo las Vegas por la Cuesta de Archidona hasta llegar a los Cerretes, lugar de bendición. Así, y tras el encierro de las imágenes, pasada la medianoche, se ponía fin a un magnífico Jueves Santo.

Fue una jornada muy emotiva también para Julián Fernández, que se estrenó como hermano mayor de la cofradía de Servitas, que además incluyó en su cortejo procesional la figura de la mujer vestida de mantilla.

El Cristo atado a la columna y el Jesús del Consuelo de la cofradía de Servitas.

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