La palabra «Arquilla» es curiosa y está muy de moda entre los que se dejan ver practicando el senderismo por estas tierras de Dios. ¿Saben ustedes , me imagino que sí , que son «las Arquillas»?; a estas alturas de la vida ha hecho esta ruta «hasta el gato» , y si alguno no la ha pateado , lo animo a tal empresa.
En Antequera , como en todo el orbe, está produciéndose una auténtica explosión del llamado fenómeno del senderismo. Pues bien al ir por este caminito , podría decirse que antaño se denominaría la comúnmente » verea» , es un camino que nos lleva a la «Malena», en nuestro argot antequerano. El palabrejo arquilla, entre otras acepciones , viene a definir tal construcción consistente en un sistema de riego , depósito donde se recibe el agua y luego se distribuye, por eso llama la atención a todo aquel paseante que se detiene al contemplar una especie de murallita existente en el mismo. De ahí deriva el nombre de la ruta, la función era como tal indica su significado , transportar a la hermana agua desde el manantial que existe en las inmediaciones del Convento de Santa María Magdalena hasta la Ciudad.
Lo que son las cosas, en la antigüedad era a la inversa , nos prestaba un beneficio excepcional , hoy , gracias al avance de la técnica, vamos nosotros y bebemos de de esa misma y dulce agüita fresquita que refresca al sediento al llegar al paraje monacal, hoy hotel, pero que sigue conservando la estructura y el encanto del cenobio franciscano-alcantarino.
Gracias a las vistas que se nos ofrecen a la derecha , a eso de la mitad del camino, donde se ubican los denominados «campos de golf» , el caminar es más amable , pues casi toda la flora y agreste paisaje que nos acompaña , no trasmite belleza ni vida, tal vez se preste a otra apreciación, a mí personalmente me sugiere , melancolía y me invita a detenerme en cercanos pensamientos a los novísimos o a los llamados «interrogantes del hombre»…en fín que es una gracia de Dios , los vergeles que nuestras pobres pupilas nos regalan ya próximos a la «Malena», aunque nada de estas sensaciones y percepciones interiores vienen mal al alma del ser viator, como bien relata Cernuda en su obra «Peregrino» o expresa el filósofo Gabriel Marcel en «Homo Viator» , viniendo a decir tan simple y a la vez profundamente que » la esperanza es propia del alma , puesto que es una viajera. Propiamente de ella se dice que el ser es un ser en camino».
Al fin al cabo somos peregrinos en esta vida, tenemos una meta misteriosa pero no dudo que hermosa y luminosa. Es en definitiva esta ruta de «las Arquillas», una auténtica experiencia, un camino interior para el alma, bien parecido a lo que relata Teresa de Jesús en su famosa obra» las Moradas».