[Opinión] «La igualdad real es la independencia económica», de Rocío Botello, Rafi Carrasco y Ana Pérez Verdugo

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Con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, deseamos reconocer el largo camino recorrido por la igualdad desde que se reinstauró la democracia en España, y reivindicar el largo camino que aún queda por recorrer para conseguir una igualdad plena y real.

Las personas más jóvenes no pueden hacerse una idea de lo que significaba ser mujer durante el franquismo. Todavía en 1975 las mujeres solteras estaban sometidas a la tutela del padre y las casadas a la del marido. Esto quiere decir que, sin su permiso, no podían elegir libremente una profesión, realizar compraventas, firmar contratos de trabajo, abrir una cuenta corriente en un banco o disponer de sus propios bienes.

Las mujeres no pudieron comprar bienes inmuebles sin más cortapisa que su voluntad hasta 1977. En 1978 se eliminaron del Código Penal los delitos de adulterio y amancebamiento. Y también se despenalizó la divulgación y propaganda de los anticonceptivos. En 1981 se equiparó legalmente, en cuanto a régimen económico y patria potestad, al hombre y a la mujer en el matrimonio. Y se legalizó el divorcio. En 1985 se legisló sobre el aborto, si bien de forma bastante restrictiva, lo que aún se arrastra en pleno siglo XXI. Desde finales de los noventa las leyes han querido garantizar la paridad, la igualdad de oportunidades y los recursos necesarios para combatir la violencia de género.

Nos parece que, independientemente de los gobiernos de turno, todos estos avances se han conseguido gracias a la toma de conciencia de las propias mujeres. No ha hecho falta tener una determinada ideología para saber que aportamos unos valores concretos a la sociedad, y que somos sujetos de los mismos derechos y obligaciones.

Los avances legislativos deben reflejarse en la vida real. En 2016 sabemos lo difícil que es hacer valer la ley, cuanto más la justicia. Queremos alzar nuestra voz no como representantes de nadie, sino como constatación de la realidad: no se conseguirá la igualdad real mientras las mujeres no podamos optar a una independencia económica efectiva.

Esto es: mientras no se erradiquen las discriminaciones en el acceso al mercado laboral, en la equiparación de salarios y en la promoción profesional. Mientras no se compartan verdaderamente las tareas domésticas y no se asuma el cuidado de los dependientes como una tarea social. Mientras no exista una verdadera red de guarderías públicas y los grandes centros de trabajo establezcan las suyas propias. Y sin independencia económica, las mujeres y los menores víctimas de la violencia de género seguirán teniendo muchas más dificultades para romper el cerco de las agresiones.

Artículo de Rocío Botello, Rafi Carrasco y Ana Pérez Verdugo

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