A través de los siglos se nos han trasmitido muchas imágenes falsas, deformadas o interesadas de Jesús de Nazaret. Afortunadamente hoy se está descubriendo el encanto de su sugestiva figura, sobre todo por la llamada exégesis histórico – crítica que, en cierto modo, está revolucionando las ciencias bíblicas. Jesús fue un inconformista. Entró en conflicto con el mundo religioso de la sinagoga.


Hace unas semanas, Ana Sáez escribió un interesante artículo en Las 4 esquinas titulado “ ¿No sería mejor el mundo si no hubiese religión?” Desde luego, en nombre de Dios se han cometido las mayores atrocidades de la historia. Hoy mismo, los fundamentalistas radicales islámicos lo siguen haciendo. Pero también en nombre de Dios se han hecho las mayores proezas y gestos humanitarios de la historia. Por eso, Jesús rompió radicalmente con una religión que esclavizaba y deshumanizaba a las personas. Una religión que se calla ante el domino de unas personas sobre otras.

Él entró en conflicto con el mundo religioso de la sinagoga. La ley, que se astillaba en innumerables preceptos religiosos, fragmentaba la vida de las personas, la ataba al presente y no representaba un cambio humanizador para el pueblo. Por eso Jesús se iba alejando del templo y de la sinagoga. La novedad de Jesús no cabía en los moldes de la religión judía y empezó a buscar nuevos espacios donde crear la vida indeleble del reino, elaborar nuevos signos y acuñar nuevas palabras.

Una muchedumbre enorme lo seguía por los caminos, en la playa, en descampado. La gente acude a donde hay vida nueva que estremezca su letargo. Jesús se aleja del centro, de la sinagoga, y busca la orilla del lago. También nosotros podemos sembrarnos en las fronteras, donde acoger y cultivar la novedad de Dios. El papa Francisco nos está siempre invitando a la construcción de una Iglesia nueva, de unas comunidades nuevas que “sean capaces de romper con los esquemas aburridos…, comenzar nuevos caminos, nuevos métodos creativos, otras formas de expresión, signos mas elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual” (EG 11). Qué hermoso programa si nuestros obispos, curas, monjas y creyentes, a menudo perezosos y llenos de miedo, fuéramos capaces de ponerlo en práctica. ¡Estaríamos comulgando con la novedad de Jesús!

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