Siempre que nos encontramos en situaciones, en el que vamos a salir mal parado, no por el mero hecho de ser inoportuno, sino cuando sin querer nos metemos en cualquier lado sin habernos invitado. Entonces en esos sitios si no somos socios no podremos entrar. Y es ahí cuando empiezo a sentirme mal. Y digo yo, porque le tenemos que poner barreras a un mundo que pretende ser igual. Nunca debe ponerse límites a las cosas, a no ser que sea de vital interés, o para salvar algo de importante prestigio. A lo largo de la historia el hombre ha entendido el significado de lo que es el guardar o proteger las cosas importante. En parte se entiende que no le vamos a dar el mando de lo que hay que limitar a un cualquiera. Pero de todas, todas, a la mayoría de las personas, como yo, tenemos las ideas fijas y así lo manifestamos, en que la limitación de cualquier entidad, sitio, lugar, asociación o sea lo que sea, nunca debiera ser, por mucho que lo deseen, un privilegio de los que aceptan los limites. Tal vez sea hora de replantearnos un nuevo dilema como sociedad, otro más en esta época absurda de redes donde todo se comparte. Actualmente nos encontramos en situaciones, extraordinarias que nos invitan a vivir en sociedades ilimitadas.