Tras todas las vicisitudes sufridas que desembocaron durante la semana en un vacío institucional de consecuencias, a día de hoy, imprevisibles para el futuro del Meridiano Antequera, el equipo de Eduardo Izquierdo, con sólo nueve jugadores de campo más dos porteros quiso al menos dejar sentado su espíritu competidor y en un partido que era dado para el desecuentro, la apatía o la desilusión sacó a relucir toda su garra y plantó cara a un Barakaldo, que dicho sea de paso, también mostró con todo lujo de detalles sus limitaciones.

Cierto es que desdel principio los antequeranos mandaron en el luminoso y en el juego, con aperturas ofensivas hacia los extremos donde la dupleta, Leo Ceballos-Francis, hizo mucho daño a los vizcaínos que al ecuador del primer tiempo perdían (9-5).

Las numerosas exclusiones, hasta trece, con dos descalificados incluídos, hizo que la alternancia en defensa tuviera recursos en los sistemas que evidenciaron también facilidades en defensa. Con todo, un acertado puntualmente Villamarín en portería y la facilidad anotadora de Víctor Díaz hicieron cobrar la ilusión en la parroquia al ver a los suyos arriba al descanso (17-13).

En la segunda mitad los antequeranos nunca perdieron la hegemonía en el marcador, y siempr su ventaja osciló entre los tres-cuatro goles, aunque al final la falta de banqquillo más la descalificación de Mikel Redondo hicieron llegar a un final de partido electrizante donde la casta de del Meridiano le dió un laborioso pero merecido triunfo (29-28)