Desescalando

Por Paco Sánchez

La escalada había sido dura, muy dura. Por el camino se nos quedaron alegrías, ilusiones, proyectos y vidas, muchas vidas. Nunca una escalada se había cobrado tan alto precio. Pero ya habíamos alcanzado el pico más alto; era cuestión de empezar la desescalada. Nunca la altura nos había provocado tanto vértigo. Miramos hacia abajo con mucha cautela; deseábamos llegar al “campamento base”, pisar suelo seguro de nuevo, pero teníamos dudas sobre cómo acometer el descenso con seguridad, asumiendo el mejor riesgo. Y también teníamos miedo, mucho miedo. Una recaída suponía volver la vista atrás, recordar el tortuoso camino hasta el pico más alto. Ansiábamos recuperar las alegrías perdidas, renovar las ilusiones, retomar nuestros proyectos. Pero las vidas perdidas… Todo es recuperable…todo menos la vida. Un error en la bajada equivalía a volver a empezar, a perder lo recuperado. Lo sabíamos. Como sabíamos que el segundo golpe siempre hace más daño que el primero, que cuesta más levantarse tras cada nueva caída… Pero aun así volvimos a confiar, a creer. Aunque nunca una desescalada se nos haría tan cuesta arriba.