Con muy pocas horas de descanso amaneció el día más grande para Antequera, el Viernes Santo. El Viernes Santo es el día donde acaba y comienza todo, es el día que Cristo nos redime enseñándonos a abrazar la Cruz de vida. También para un cristiano cofrade que su salida penitencial la tiene el Viernes es pasarte por la mente todo el esfuerzo, el trabajo, los sinsabores y alegrías que durante el año tenemos.

Viernes Santo de novedades, de nervios e ilusión, que pase lo que pase nadie nos va a quitar, pues el trabajo está hecho, y si ellos quieren salir saldremos y si no, con resignación cristiana aceptaremos, orgulloso de todo lo realizado, grabando en nuestros cofrades corazones lo mejor del año.

Viernes Santo, traje osbcuro y corbata negra por la mañana, mientras que por la tarde, túnica y capuz morado, cíngulo dorado y pañuelo blanco, sin olvidar el guante negro reflejo del luto en el que estamos los cristianos por la Buena Muerte del Señor, que antes fue con nuestra Cruz a cuestas, Dulce Nombre de Jesús. Éste año será diferente, y cambiaré el morado por el traje obscuro y podré verte y acompañarte desde un lugar privilegiado, pidiendo por aquellos que más te necesitan, para así volver el próximo año a lucir el morado y portarte sobre mis hombros.

Viernes Santo, con miradas al cielo esperando que se torne en un brillante e incesante celeste, donde se mezclará el morado y el burdeos con la pureza de la talla de nuestra madre, Reina de la Paz de Antequera, con nuestro reflejo de sufrimiento y pasión de vida, Dulce Nombre y Cristo de la Buena Muerte, o con la mirada inocente de nuestro Niño Perdido.

Viernes Santo, de Vega que bendice los campos, Vega que es el reflejo del sufrimiento humano reflejado en el hermanaco exhausto y Vega que nos conduce a nuestra Basílica, para un encuentro glorioso en “La Citarilla” de dos rosas místicas, Paz y Socorro.

Viernes Santo, donde una blanca paloma de pureza reflejada en plata alzó y volverá a alzar el vuelo año tras año para repartir Paz sobre Antequera y sus gentes y donde su morado manto cubrirá todas esas peticiones que fielmente atenderá con su buen hacer al que nos tiene acostumbrados a sus devotos y cofrades.

Viernes Santo, donde nos despediremos hasta el año próximo con un: ¡Viva el Niño Perdido!, ¡Viva el Dulce Nombre de Jesús!, ¡Viva el Cristo de la Buena Muerte!, ¡Viva la Madre de Dios, Reina y Virgen de la Paz! y ¡Viva la Cofradía de Abajo!

ANTONIO GARCÍA MENDOZA

3 Comentarios